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La célebre frase atribuida a Fidel Velázquez, “El que se mueve no sale en la foto”, ha sido un mantra en la política mexicana durante décadas, simbolizando la disciplina y lealtad que los aspirantes deben mostrar para mantenerse en la gracia del poder establecido. En el contexto de Hidalgo, donde Julio Menchaca Salazar ha consolidado una gubernatura marcada por la estabilidad y un discurso de transformación, no son los tiempos ni las formas, no obstante diversos actores políticos han tomada la iniciativa de promocionarse, y es donde esta máxima cobra relevancia.
Con tres años aún por delante, la sucesión no es un tema inmediato, pero en la política mexicana, los movimientos subterráneos comienzan mucho antes de lo que el calendario electoral dicta. ¿Quiénes podrían ser los aspirantes a sucederlo? Y, más importante aún, ¿quiénes entenderán que en este juego el que se mueve demasiado pronto podría quedar fuera de la foto?
Desde un manejo indiscriminado en el uso de las redes sociales buscando su nombre sea recordado lo más favorablemente posible, y algunos aceptan que sea hasta negativa la mención, justificando dicen que lo que prevalece es el reconocimiento del aludido. Hasta quienes escudados en el partido que los llevo al poder utilizan la agenda política para armarse una estructura política electoral a modo. En un partido donde la disciplina es clave, aquellos que levanten la mano antes de tiempo, corren el riesgo de ser percibidos como desleales o ambiciosos, un pecado capital en la dinámica de la 4T.
Por otro lado, la oposición, conformada por el PRI, PAN y PRD, que alguna vez dominaron Hidalgo, no duerme. Aunque debilitada tras la derrota de Carolina Viggiano en 2022, podría buscar reagruparse y lanzar a un perfil que capitalice el desgaste natural de cualquier gobierno. Sin embargo, su desafío será encontrar a alguien capaz de competir con el arrastre de Morena sin parecer un mero oportunista que “se mueve” para salir en la foto sin un proyecto sólido.
La frase de Velázquez también aplica a la relación de Menchaca con la cúpula nacional de Morena y la Presidenta Claudia Sheiunbaum, cuyo respaldo sigue siendo un factor determinante. Cualquier aspirante que intente brillar más que el Gobernador o que busque autonomía del proyecto nacional, podría ser descartado rápidamente. En este sentido, la sucesión en Hidalgo no solo dependerá de los méritos locales, sino de cómo se alineen las piezas en el ajedrez de la 4T a nivel federal.
Finalmente, el factor ciudadano no puede ignorarse. Si el Gobernador Menchaca continua cumpliendo sus promesas y entrega resultados tangibles, el pueblo hidalguense podría premiar la continuidad con un sucesor de su misma línea. Pero si el desgaste o los señalamientos de errores se acumulan, el que “no se mueva”, es decir, el que espere pacientemente a que el descontento abra una grieta, podría encontrar su oportunidad.
En conclusión, la sucesión en Hidalgo será un ejercicio de paciencia y estrategia. Los aspirantes, sean de Morena o de la oposición, saben que en esta foto política el encuadre lo define el Gobernador y, por extensión, la 4T. Quien se mueva demasiado pronto o sin permiso podría quedar fuera del cuadro, mientras que quién espere su turno, con disciplina y astucia, podría ser el próximo en posar para la posteridad. El tiempo, como siempre, será el mejor juez.
X @David_Tenorio
Abr 21, 2020 Rate: 0.00
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