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Las complicidades entre autoridades locales y células criminales en la región de Tula son conocidas desde hace décadas.
Esa región no solo se caracteriza por su vocación industrial, también fue reconocida durante muchos años como el epicentro de la diversión y entretenimiento para adultos; frecuentado por miles de empleados de la industria del cemento, petroleros, empleados de la termoeléctrica, entre muchos otros.
La venta de alcohol, los shows con desnudistas y la prostitución siguen siendo un imán para un sector de los trabajadores en esa región y por supuesto, para los grupos delictivos que controlan la venta de drogas, alcohol y la prostitución.
Las autoridades locales, pero también la sociedad en general se desentendió del asunto, tratándolo como “un mal necesario”, durante décadas.
Con el crecimiento de la criminalidad en el país, la región de Tula-Tepejí, si no la primera, sí de las primeras zonas con estos conflictos en Hidalgo.
La venta de huachicol en la zona, es otro de los negocios ilegales que la costumbre normalizó, al punto de manejarse abiertamente en varios municipios y las autoridades jamás hicieron nada.
La criminalidad y la violencia ya son característica de la región; como ejemplo de ello podemos observar cómo son distintos los efectos del reciente asalto y masacre ocurrido en el bar La Resaka: Para todos aquellos que no vivimos en Tula o sus alrededores, la noticia es motivo de alarma e incredulidad; para quienes habitan en la zona, es un hecho cada vez más frecuente.
Veamos otro ejemplo de complicidad y complacencia ante el aumento de la criminalidad en aquella región.
El 18 de enero del 2018 en Tlahuelilpan, se registró una terrible explosión, debido a una fuga en un ducto de Pemex, que había sido “picado” para extraer de manera ilegal combustible.
Decenas de personas murieron a consecuencia del estallido o por las quemaduras que sufrieron en la conflagración. El gobierno federal y estatal atendieron la emergencia y durante semanas el tema ocupó titulares en todos los medios nacionales e incluso del extranjero, con diferentes versiones y notas de seguimiento.
Si usted pregunta hoy en aquel municipio, hay una versión no confirmada que asegura:
“cuando el tema se enfrió, un grupo de vecinos de Tlahuelilpan, (se presume que entre ellos había familiares de varias personas que murieron en la explosión), se organizaron para capturar y ejecutar a varios huachicoleros locales.
La historia es conocida por todos en la región, nadie la niega, nadie la confirma, pero a nadie le molesta si acaso fuera verdad.