El regreso a la vida pública del expresidente Andrés Manuel López Obrador con la presentación de su libro, no es nostalgia, ni vanidad, ni siquiera promoción editorial. Es política pura. López Obrador reaparece para ajustar, orientar, corregir y recordarle a México, amigos y enemigos por igual, que el capítulo de su influencia política no solo no está cerrado, sino que apenas empieza a reescribirse. Y lo hace con la elegancia táctica de quien sabe que basta presentarse para que todos vuelvan a hablar de él

El momento es lo relevante, es el cálculo político detrás del acto. La fecha no es casual ni remotamente inocente. López obrador jamás  se mueve sin evaluar cada movimiento político. Tras su salida del poder, el obradorismo entró en transición. Eso significa que la estructura política de MORENA ansiosa de ganar espacios de poder, de marcar su propia agenda, y de interpretar su legado  a conveniencia se empezó a mover sola. Y peor aún, a repartir cuotas de influencia que antes pasaban por él.

Pero su regreso no solo reordena el escenario morenista, si no que se pone de frente a una oposición que cada vez estaba alzando la voz más fuerte, y a sus propios aliados que se están reorganizando, PVEM, PT Y MC 

El libro fue las excusa perfecta para articular su versión de los hechos y, sobre todo, para marcar la linea rectora del presente y del futuro de la 4T.

Sin ese gesto, las tribus internas podrían haber empezado a inventar su propia interpretación del proyecto. Con su regreso a escena, el expresidente ejerce un control preventivo. Con su tono habitual sereno, seguro, con esa mezcla de nostalgia y desafío, se ubica de nuevo en la conversación nacional en torno a su figura. Esto, para la oposición, es una mala noticia: si no lograron contraponer un proyecto sólido cuando él estaba en Palacio, menos podrán hacerlo mientras siga marcando la agenda desde fuera.

El regreso tiene una ventaja obvia: hablar, moldear y presionar sin cargar con el costo de gobernar. Desde su nueva posición, una mezcla de líder moral, comentarista político y guardián del proyecto, puede lanzar advertencias o elogios,  moldear expectativas públicas e inclusive sugerir abiertamente. Todo sin que el costo político recaiga sobre él. Un movimiento quirúrgico.

X @David_Tenorio