El escenario político mexicano está en un punto de inflexión. Morena el partido político que tiene en su poder la presidencia, la mayoría de los gobiernos estatales, los congresos locales y el federal; puede consolidar su poder si logra superar sus fracturas internas y diversificar sus estrategias, o puede caer víctima de su propia complacencia. Como decía George Orwell, “quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”. Para Morena, el control del presente depende de no caer en la trampa del “yes man”, todo político de altos vuelos necesita la seguridad que le da un “yes man”, el que le dice sí a todo. 

Esta frase, cargada de ironía y verdad, resuena con fuerza en el contexto del Octavo Congreso Nacional Extraordinario de Morena, celebrado el domingo y en el panorama político mexicano actual que pareciera querer construir un futuro que trascienda la obediencia ciega.

La convención de Morena, un evento descrito como “histórico y encendido” por analistas, fue un intento de alinear estructuras dentro del partido. Sin embargo, las fracturas internas, evidenciadas por la ausencia de figuras clave como Andy López Beltrán y los escándalos que rodean a personajes como Adán Augusto López y Arturo Ávila, muestran que el control total que Morena persigue está lejos de ser una realidad.

El “yes man” en este contexto no es solo un subordinado complaciente, sino un símbolo de la necesidad de control en un partido que, tras años de victorias electorales, enfrenta el desafío de mantener la cohesión.

La suspensión de derechos de figuras como el exsecretario de Seguridad de Tabasco, acusado de liderar un cártel, entre otros temas, muestran que Morena no solo lucha contra la oposición, sino contra sus propios demonios internos.

La lealtad absoluta que buscan los líderes puede sofocar la crítica constructiva, debilitando la capacidad del partido para adaptarse a un entorno político cada vez más complejo.

Mirando hacia el futuro inmediato, Morena enfrenta un escenario político donde su hegemonía está en juego. La convención extraordinaria fue un intento de cerrar filas, pero los escándalos y la falta de figuras clave sugieren que el partido podría estar perdiendo el control de su narrativa.

Las elecciones de 2026 se acercan, y aunque Morena mantiene una base sólida, la percepción pública actualmente no es la mejor y la división interna podría erosionar su apoyo. La frase del “yes man” nos recuerda que rodearse de incondicionales puede ofrecer seguridad temporal, pero también aislar a los líderes de la realidad.

Por otro lado, el contexto internacional agrega presión. La influencia de figuras como el Presidente Donald Trump podría inspirar estrategias más polarizantes en México, donde el partido gobernante podría optar por endurecer su discurso para consolidar a sus bases. Sin embargo, esto podría alejar a los votantes de centro, que según encuestas como la de Quaest en Brasil, son clave para el éxito electoral.

En México, Movimiento Ciudadano (MC) ya está buscando capitalizar estas fisuras, negociando consensos que limiten el margen de maniobra de Morena.

Si Morena quiere mantener su dominio, necesitará más que aplausos incondicionales: requerirá líderes dispuestos a escuchar, adaptarse y enfrentar los retos con una visión clara.

Rate this item
(0 votes)
Last modified on Domingo, 20 Julio 2025 23:19

Tendencias

Vocales 9 de enero

Vocales 9 de enero

Ene 09, 2019 Rate: 0.00

Galería

Error: No articles to display